Las dietas y sus errores. Los motivos del Coaching Nutricional

Los motivos para seguir un programa  de Coaching Nutricional

Si quiere bajar peso, no se ponga a régimen. La comida, como la vida, es para disfrutarla, así que si sospecha que le sobran kilos, se ve obeso o simplemente quiere estar más sano, no se vuelva loco, «use su sentido común». Ese es todo el secreto. «Poner a la gente a dieta ha sido un error. A la larga, se ha demostrado que no sirve para nada». Lo dice Javier Aranceta, a quien la Real Academia de Gastronomía acaba de reconocer con el premio Gregorio Marañón al mejor científico en el campo de la alimentación.
«Los profesionales del sector nos hemos dado cuenta de que ha sido un fracaso intentar poner a la población a dieta. De lo que se trata, y ese debe ser el objetivo de cada uno de nosotros es de introducir en nuestra actividad diaria ajustes que nos permitan una alimentación más saludable y una vida más sana».
La primera medida que, según Aranceta, propone la comunidad científica para lograr el doble objetivo de bajar de peso y vivir de manera saludable es «moverse más». No hace falta machacarse en el gimnasio, ni intentar ser el mejor en el deporte que nunca se practicó, menos aún después de toda una vida de sedentarismo. «Es mucho más sencillo». Hay que hacer una hora diaria de ejercicio con actividades tan cotidianas -y sin embargo 'en vías de extinción'- como pasear, bajarse del metro o el autobús en la parada anterior, subir escaleras y vivir sin mando a distancia, levantándose del sofá cada vez que se quiere cambiar el canal.
Un control mínimo en la ingesta diaria de calorías permite, por otra parte, obtener grandes progresos a medio y largo plazo, «que es de lo que se trata». El objetivo no es dejar de comer carne roja para siempre ni rechazar un postre dulce en la comida del domingo. Lo que se busca es mantener una dieta más rica en pescado, frutas y verduras; y comer al estilo de la comida tradicional. Es decir, yendo al mercado, eligiendo productos de temporada, más frescos y baratos, y cocinando en casa, lo que permite un mejor control sobre las grasas ingeridas y evita el consumo de comida precocinada. «No pasa nada porque te pases un día; lo malo es hacerlo media vida».
Un mayor movimiento físico y un control de la alimentación pueden suponer la pérdida de 200 kilocalorías, 100 que se ingieren de menos y otras tantas que se gastan. Al final del año, «sin grandes esfuerzos», se pueden haber perdido 5 o 6 kilos. «Así, el organismo se va adaptando paulatinamente a una rutina de forma muy suave, que es lo que funciona. Someterse a una dieta restrictiva tiene el problema de bajar peso porque pierdes líquidos y algo de músculo, pero no grasa. En cuanto la abandonas, ganas más kilos que los que habías perdido. Tenemos catalogadas hasta 200 dietas milagro. Solo sirven para engordar la cuenta de quien las prescribe».
Una alimentación saludable se ha convertido en muchos hogares en una meta inalcanzable por la crisis. La limitación de los ingresos familiares y la carestía de los productos más sanos la están haciendo una meta inalcanzable. Muchas veces, es más barato el menú familiar de un restaurante de comida rápida que la fruta de un día en una casa de cuatro miembros.
Los colegios, según los trabajos del equipo de Aranceta, también han reducido sus fondos y se traduce en una peor calidad de los menús que sirven.
Fuente: Javier Aranceta Laverdad.es




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