Estar en contacto con las necesidades internas y en
armonía con el entorno, ser respetuoso con los ritmos del cuerpo y de la
naturaleza, capaz de aprender de las dificultades y tener un fuerte propósito
vital. Estos son algunos de los ingredientes para una vida equilibrada que
proponen los expertos consultados. Alcanzarla en la era de las distracciones
múltiples puede pasar por el entrenamiento de la atención. El mindfulness o atención plena, el yoga o la
psicología positiva ofrecen herramientas para ello.
Entrenar la atención
Algo tan simple como contar del 1 al 10 sin que la
mente se vaya por otros derroteros se está volviendo cada vez más complicado,
acostumbrados como estamos a distraernos con los dispositivos electrónicos, la
publicidad o la televisión. “Cuando la atención va constantemente de un objeto
a otro, lo que se propicia es una reactividad ante lo que ocurre: la capacidad
de respuesta se reduce y nos comportamos de forma automática”.
El mindfulness se ha exportado a medio mundo, gracias a su efectividad para reducir síntomas físicos y psicológicos asociados al estrés. Las escalas de malestar que tienen que ver con depresión, ansiedad, hostilidad y somatización del estrés se reducen en un 43 % tras participar en un curso de estas técnicas. “Vivimos en continua alerta y no nos permitimos desconectar”. La dispersión conduce al estrés, una epidemia que sigue creciendo en España, tal y como refleja el aumento del consumo de ansiolíticos. Su uso ha aumentado un 37,3 % desde el año 2000 a 2011, el porcentaje de empleados que en 2012 afirmaba estar más estresado que el año anterior.
El mindfulness se ha exportado a medio mundo, gracias a su efectividad para reducir síntomas físicos y psicológicos asociados al estrés. Las escalas de malestar que tienen que ver con depresión, ansiedad, hostilidad y somatización del estrés se reducen en un 43 % tras participar en un curso de estas técnicas. “Vivimos en continua alerta y no nos permitimos desconectar”. La dispersión conduce al estrés, una epidemia que sigue creciendo en España, tal y como refleja el aumento del consumo de ansiolíticos. Su uso ha aumentado un 37,3 % desde el año 2000 a 2011, el porcentaje de empleados que en 2012 afirmaba estar más estresado que el año anterior.
El estrés es a su vez es una puerta de entrada a las
enfermedades. Por eso, no tenemos que esperar a estar mal para actuar: “Aunque
no están enfermas, muchas personas se dan cuenta de que se están perdiendo algo
importante y les gustaría experimentar una mayor sensación de bienestar”. La percepción de que están engullidas por la anticipación
ante lo venidero y las lamentaciones por el pasado lleva a mucha gente a
incorporar mindfulness en su vida. Esto es, la capacidad de prestar atención
al momento presente de forma deliberada y sin juzgar.
Cuidar lo que nos nutre
Estamos programados para
atender los estímulos naturales. El contacto con la naturaleza es una de las
formas clásicas, y relativamente sencilla, de encontrar sosiego cuando nos
sentimos amenazados.
La Psicología Positiva,
se centra en cualidades como el optimismo, el humor o la
resiliencia, la capacidad de recuperarse frente a la adversidad. También aquí
el entrenamiento de la atención es importante. En los talleres se trata de
modificar el llamado sesgo atencional negativo de los participantes: las
personas con un perfil pesimista, por así decirlo, se fijan en los estímulos
negativos y pasan por alto los positivos. “Esto se ha observado en personas que
han sufrido traumas, pero también en gente con ansiedad”. Se trata, de estar alerta ante lo positivo o lo neutro. Cuando la tendencia es
catastrofista con respecto al futuro, el objetivo es aumentar la conciencia
planteando preguntas como: ¿qué es lo peor que puede pasar?, ¿qué está en mi
mano hacer para afrontar ese escenario? “Eso nos va a ayudar a tener mayor
sensación de control”
Y precisamente en este control está una de las claves.
Como en la fábula de la reina que cierto día, mientras andaba descalza, se
clavó una piedra afilada y se hizo daño en el pie. Enfadada, ordenó cubrir de
cuero todo su reino. Hasta que un ministro sabio sugirió una fórmula más
sencilla: en lugar de cubrir el reino, dijo, protejamos con cuero las plantas
de nuestros pies. Y así se inventaron, de acuerdo con este mítico relato, los
zapatos.
La cuestión es que muchas veces no es posible
controlar lo que nos pasa, pero sí nuestra reacción ante ello. “No se trata
tanto del estrés como de la reacción al estrés”. Si ya hay
tensión en nuestra vida, es importante cuidar las relaciones, la alimentación o
el descanso. “Si eliminamos de nuestra agenda lo que nos nutre, el estrés se
incrementará”, explica. Y esto es algo que tendemos a hacer cuando nos sentimos
presionados.
El mapa no es el territorio
“Sal de tu mente y entra en tu cuerpo”. “Nuestro centro de gravedad
existencial está en el pensamiento, y eso quiere decir que los múltiples
diálogos mentales acerca del futuro, análisis del pasado y demás son el centro
de nuestra experiencia”.
Sin embargo, estos pensamientos son solo
interpretaciones de la realidad y no la realidad misma. El mapa, como se suele
decir, no es el territorio, pero es posible entrar en contacto con este
territorio –o sea, la realidad– .Por ejemplo, darse cuenta de cómo reacciona nuestro cuerpo ante una persona que
nos agrada y frente a otra que nos incomoda. O las diferentes sensaciones del
día frente a la noche. “Refugiarse en la corporalidad es saber en qué estado
mental estamos en cada momento. El organismo nos da información valiosa sobre
lo que nos está pasando en cada instante. En un momento de ira, por ejemplo,
respiramos entrecortado o nos ponemos rojos. Aunque las emociones sean
automáticas, tenemos opción de poder regularlas. El simple hecho de
concentrarnos en nuestro cuerpo hace que nuestra primera emoción –de ira, en el
ejemplo anterior– se vaya diluyendo”.
G. Diex, sostiene que, en
general, hemos perdido la sincronía con el cuerpo. “El cuerpo habla de sus
ritmos de sueño, aprendizaje, actividad…, pero no estamos acostumbrados a
escucharle”, sostiene. “La falta de conciencia corporal está íntimamente ligada
a la falta de conciencia emocional; nos parece que la mente vive en un espacio
diferente, pero no es cierto”. Hay que volver una y otra vez al cuerpo, a
la respiración y a las sensaciones físicas para anclar la atención en el
presente. Esta es, volviendo al principio, una fórmula efectiva contra la
prisa. La prisa va de la mano de la reactividad y dificulta que nos comportemos
de otra manera, superando viejos patrones, ante las dificultades.
El País
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